Esto forma parte de tu intimidad

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Lo íntimo, lo privado

Su privacidad es importante para nosotros”, me explica una empresa cuando accedo a su página web, donde me toca decidir si aceptar o bloquear sus cookies. Incluso para suscribirme a una lista de correo electrónico tengo que aceptar la política de privacidad. 

A todos nos pasa lo mismo. Estamos tan familiarizados con manejar la privacidad en nuestra cotidianidad digital que la confundimos con la intimidad. Sin embargo, la privacidad se define como el “ámbito de la vida privada que se tiene derecho a proteger”, y la intimidad, como “la zona espiritual íntima y reservada de una persona”. Incluso si indagamos en su origen latino, la intimidad ya nos habla de su interioridad mediante el prefijo in- (‘interior’) y de su cualidad con el sufijo -dad. Por lo tanto, la intimidad es algo muy superior, situado en los adentros de la persona, que forma parte, incluso, de su zona espiritual. 

Tu Stories, tu interioridad

La inercia en la que a veces caemos al exhibir todo lo que hacemos hace que nos olvidemos de pensar con quién queremos compartir nuestra interioridad. Todo nos empuja a “compartir”, que, en realidad, poco tiene de “compartir” (hacer partícipe al otro) y mucho de mostrar o exhibir. El que no se expone físicamente o revela lo que hace o posee, no tiene buena fama. ¿Será feo? ¿Llevará una vida aburrida? ¿Por qué no comparte Stories de su fin de semana? Los contenidos que publica un usuario nos hacen creer en la idea de que conocemos cómo es la vida de una persona. Poco nos hace pensar en que estamos abriendo las puertas de nuestra intimidad a diestro y siniestro.

No tengo nada que esconder

A menudo nos hacemos trampas. Nos engañamos con frases que quién sabe de dónde las hemos sacado. Una de mis favoritas es “no tengo nada que esconder”, que podría replicarse con un “y, en cambio, tienes mucho que mostrar”. No se trata de esconder, se trata de no entretener a los demás con nuestra interioridad. Porque, al fin y al cabo, se trata de puro entretenimiento dosificado en clips de 15 segundos, publicaciones en forma de carrusel o videoblogs en forma de realities

Devaluación de la intimidad

Es fácil pensar que pregonar aquello que estamos comiendo o el pueblo que visitamos no forma parte de nuestra interioridad. Comunicar nuestras inquietudes, problemas o sentimientos en plataformas digitales es algo impensable, porque lo consideramos íntimo. Nuestros pensamientos y reflexiones no se los explicamos a cualquiera, sino a un confidente, alguien con quien compartir y a quien trasladar nuestras preocupaciones. Dejamos que ese otro participe de nosotros y que, mediante su opinión, consejo o escucha habite en nuestra interioridad. En cambio, ofrecemos nuestra vida a desconocidos a modo de historia diaria obsequiándoles con nuestra intimidad.

Debemos fomentar una cultura de la intimidad ante esta imparable exposición de la tecnología del yo”. Proteger nuestra vida íntima, que no ha de ser observada o interpretada por el exterior. Alimentar esa “zona espiritual con personas que nos proporcionan su amistad, sinceridad y confianza. La intimidad entendida como un ejercicio permanente de reconstrucción que se brinda y se obsequia a quien se lo gana.